EL BARÇA NECESITA UN MILAGRO EN LISBOA

Un Barcelona irreconocible, sin imaginación, sin solvencia, aquejado de una falta de ritmo preocupante, dominado por un Nápoles que ha fracasado en el Calcio, jamás dio la impresión de ser solvente en el partido.

Los “hooligans” de Roures en la retransmisión no hablaban de que llegaban a los cuartos de final. Aseguraban que iban a la “final” de los “ocho”, como la película de Tarantino, “Los odiosos ocho”.

Ya va listo el Barça con un Bayern, que es el equipo más exuberante en esta Europa de la pandemia. Ha sido capaz de encasquetarle no ocho, pero si siete goles al Chelsea. Un milagro en Lisboa es lo que necesitan Bartomeu y Setién.

Cada vez creo más que el sospechoso ojo del cielo del Var sólo defiende a los equipos grandes. El tanto de Langlet era más tramposo. Empujó, se posicionó y remató con facilidad para acabar con ese mediocre meta que es el colombiano Orsina, aquel de los ridículos errores que repetía en el Arsenal. El turco y el Var turco dio gol. Se configuró como la clave del partido y la desdicha del ojo bizco del cielo.

Había sido como sofocar al volcánico Nápoles, que en los diez primeros minutos, con un superior ritmo de juego ahogó y asustó a un Barça atontado, como si no se hubiera dado cuenta de lo que pasaba. Ese error del Var produjo una ruleta rusa en las decisiones posteriores. Y el Var se configuró como el amo del partido.

A partir de ahí del gol de Langlet fue un rosario de decisiones pactadas, subordinadas al primer error. Creo que Messi no tocó con la mano, al menos aparentemente, y como compensación le robaron el gol. Como se había equivocado una vez más, ese posible borracho Var turco, volvió a compensar regalando un penalti, cuando Messi había tocado antes el tacón de ese personaje estrambótico que es Koulimbaly, que siempre ha sido un esperpento, desde los tiempos de Sarri y Ancelotti.

Y como no era penalti, casi sin solución de continuidad, el Var volvió a hacer una justicia ridícula. Martens se dejó caer generosamente, para que Insigne -casi jugó cojo- aún soñara con el milagro del Camp Nou.

El Barcelona se acobardó en el segundo período, apenas tenía gasolina para algún contragolpe y Messi parecía muy lejos de poder respirar para poder ser Messi. Y así , con desesperación napolitana , sin poder ni cantar una puñetera “tarantella”, a pesar de los cambios de Gattuso, que tampoco supo leer la debilidad azulgrana, pasaron los minutos de suspense para el Barcelona.

Ni con cien “cornicellos”, el amuleto napolitano, el equipo italiano le hubiera siquiera haberle dado un bocado ante un defensivo y nervioso Barcelona. Nada de nada. Sólo un gol anulado. Una vez más por el Var.

Setién se ha salvado, pero, ¿hasta cuando?. Este Barça ni siquiera puede hacer aquel “tiki-taka”. Casi nunca tiene el balón. Es un galimatías táctico. Sin Busquets, ni De Jong ni Rakitic sirven para crear una linea centrocampista coherente. Lo de Setien-Sarabia me parece un disparate. Algo parecido a aquellos médicos que al paciente lo sangraban para curarles.

 

LISBOA O MILAGRO

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