AQUI PARIS, CON LA BBC

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Le guste o no al fan blanco, el Real Madrid es rehén de Cristiano Ronaldo. En todos los goles o siniestros. Enorme depredador, aunque juegue mal, pese a que no se solidarice ni con el equipo ni con los compañeros. Siempre emerge como Ave Fénix para gritar la “ronaldomania”. Como la “beatlemania”. Con Ronaldo pasas periódicamente la “labilidad” emocional, que es pasar del enfado a las risas, con una facilidad pasmosa.

Este equipo juega por él, para él y sus goles, porque es una renta perecedera. En el momento en que el Getafe especulaba con el típico hundimiento físico de las segundas fases madridistas, llega él, se sube a su avión particular y mete un gol de cabeza superior, esté o no esté fuera de juego. El Getafe se quedó petrificado, porque había dejado bien la teoría de H.H.: de que con diez se jugaba mejor, más comprometido con su fútbol, aunque espoleado por el grave error del trencilla de la corte de Sánchez Arminio.

Anoche soñé demasiado, como la canción psicodélica de los Electric Prunes. Soñé que Benzema era proclamado rey del Parque de los Príncipes, porque había hecho dos goles al PSG y se abrazaba a su Voltaire particular, el señor Zidane, que como el filósofo galo, postulaba que siempre había que seguir con fidelidad sus propias ideas.


Confieso que me desperté sudando y me pellizque para saber el sueño era realidad o que ya lo había vivido, con un “deja vu”. Resultó que no. Que ni la “ilustración” de ZZ ni puñetas. Seguro que será titular en París, pero lo de los goles sólo será una pequeña pesadilla particular.

La pregunta es si el Madrid pasará la ronda, como si se tratara de un navío de salvación. No lo sé. Soy, como siempre, realista-pesimista, aunque vaya usted a saber. Porque en el primer período del Real Madrid ante el Getafe empequeñecido, ví un equipo dinámico, con constante cambios de posición de Isco, Bale, Ronaldo y Benzema, como un fantástico remolino de mareo. Incluso con mayor velocidad de balón. Incluso Bale pedía el balón, como una estricta orden directa de nuestro «ilustrado ZZ».

Hubo momentos que incluso disfruté del juego del Real Madrid, como hacía muchas lunas. Luego, llegó el bajón del método “Pintus” y me acordé d un famélico Charles Chaplin cuando se come la bota, incluso los tornillos, en aquella maravillosa Quimera del Oro. El Madrid no puede bailar su «último tango» en Paris. Siempre habrá que pensar en su salvadora “ronaldomanía”.

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