BENZEMA APARECE EN LISBOA

SPORTING LISBOA12REAL MADRID

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Los “héroes» del Manzanares debían de estar cansados. En el segundo período se quedaron sin Bale -vaya estúpida lesión-, pero es que el lateral Joao Pereira se auto-expulsó y, entonces, el Sporting se quedó con diez. Con cierta perplejidad , parecía que era el Real Madrid el que acompasaba el partido con uno menos. No se sabía si respiraba con pulmones o con branquias. Ni era ofensivo ni defensivo.

Que conste que ese personaje ya mitológico como entrenador, el santo halo Zidane nos engañó a todos. Es un genio maquiavélico de la estrategia futbolística. Nos burreó al poner a los mismos jugadores que en el gran “soufflé” del día del Cholo, salvo el no determinante cambio de Sergio Ramos por Nacho. Pero fueron los mismos sólo en apariencia, porque, posicionalmente, volvía al cuatro-tres tres. Isco ya no fue el segunda punta retrasado. Ni Lucas Vazquez ni Bale quedaban marcados por marcajes a los laterales. Podían ser bastante más ofensivos. Y una vez más, pues el Madrid se destiñó su traje de lujo. Se descompuso con esos regalos ocasionales al enemigo. Uno de ellos fantástico de la marca Ramos. Y, posicionalmente, pues lo de casi siempre. Desdichas de zonas de muchos metros de separación entre líneas y con el pobre Ronaldo, perdido en su vieja Lisboa, como aquel libro de Saramago.

Pero, bueno, en el fondo, como en las religiones, hay que aprovecharse de los creyentes. Y hay que creer en Zidane, porque en pleno reino de taifas, Ronaldo falla un remate, el balón le cae a Varane y se convierte otra vez en goleador, como en Dortmund. Siempre he creído en la suerte del halo de Zidane. ¿Como si no explicar el éxito de algo que no te gusta?.

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No había que ser un lince para darse cuenta de que el Sporting no tenía nada de peligro. Parece que juega sin francotiradores. Mucho “jogo bonito”, pero su pólvora, amén de mojada, era poca, como si fuera grano de oro, a precio imposible. Aunque con lo que no contaba el Madrid era con el factor Coentrao, otro “muy buen amigo” de construir penaltis como si fueran túneles bajo el césped, para que se escape el enemigo. ¡Vaya penalti, por protestar!. No se han visto muchos como ese penal de Lisboa.

Pero, ¿se acordaban de Benzema?. Pues, apareció, apareció, justo cuando el Madrid parecía condenado al empate. Creo recordar que el galo sólo metió la cabeza con tino, en su única y solitaria acción del lance, pero salvó al Madrid, como salvó Morata, en el partido de ida al Madrid. Jorge Jesús debe soñar sólo pesadillas de los minutos finales del Madrid.

Pero, en fin, nada se queda tan fijo en la memoria como el deseo de olvidar este partido. La cuna del fútbol de donde nació Ronaldo, resultó muy incómoda, como aquellas cunas hamacas de los hindués. Saltemos de alegría, porque tenemos un fantástico partido final en Madrid, con ese Dortumund, que azota con tormentas de ocho goles, como si fueran rayos de poderosos nibelungos. Excepcional partido para saber si el Madrid no cae en el pozo de ser segundo. Siempre hay un partido negro, antes de volverse absolutamente oscuro y catastrófico. Para el Borussia, por supuesto, porque tiene enfrente a ese Zeus Zidane del Manzanares.

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