Valverde, el gran castigado de la crisis azulgrana, ha reaparecido y no ha sido crítico con la manera que le culparon de las desgracias del nefastos Barcelona actual, hasta el punto de echarlo sin piedad.
Pero la tristeza de Valverde han dejado huellas en su rostro y en la barba que se ha dejado como síntoma inequívoco de su depresión.
Pero la crisis y el irremediable viaje hacia el diván del psicólogo decía de ser para el inútil presidente que es Bartomeu y todo su equipo que han llevado el club hasta el rídiculo tras ridiculo más espantosos.
Tras la traición de Neymar, la desdichada huida hacia adelante con los nefastos fichajes de Coutinho y Dembelé, con más de 250 millones de euros enterrados en lau propia ineptitud y el despropósito de 150 millones en Greizmann el club ha entrado en bancarrota.
Hace el ríduculo con fichajes que no puede pagar. Hasta la Real Sociedad y el Betis le dicen que no puede pagar, mientras se sospecha en las oscuras y tenebrosas maniobras de Messi, harto de tanta estulticia.
Es como si todos los desencadenantes, incluído el estúpido fichaje de Setién, cuando hasta Koeman y Xavi habían despreciado el puesto, hicieron bueno al extremeño triste, llamado Valverde, que ahora es como un “hombre bueno”.
El cáncer del Barcelona es su directiva. Un manga de incompetentes.