Ya que estábamos en Roma, «al César lo que es del César», frase evangélica para declamar el poder de Ronaldo en el Olímpico, con su imaginaria corona de laurel. Cuando Zidane se acordó de ponerle en el sitio que le gusta, de extremo izquierdo, en la segunda parte, el César blanco apareció como Ave Fénix y él solo desestabilizó a todo el mecanismo de la Roma, equipo muy barroco por el tacticismo de Spalletti.
Aunque nos llame memos o niños mongólicos, Ronaldo siempre aparecerá de vez en cuando, con alguna de las chispas que ha perdido poco a poco. Los fenómenos no pierden su poder de un día para otro. Aunque se encuentra en pleno ocaso de los dioses, como el narciso Helmut Berger, en la película de Luchino Visconti. Ni se quiere dar cuenta.
Pero salvo la fugaces apariciones de Ronaldo, el nuevo Mago de Oz madridista, el ínclito Zidane sigue sin crear una estrategia estable, sobresaliente, pragmática en su nuevo Real Madrid. Decir que toquen el balón y no la pierdan no proporciona seguridad atrás ni un sistema vertical. Salvo Ronaldo y Marcelo, y, al final, Kovacic y Jesé, el Madrid no tiene verticalidad. No hace daño. Sufren en el centro del campo con tanto centrocampista inútil, que tampoco se adueña de los partidos. Es imposible con Isco. Jamás nadie como Helguera ha definido a Isco con tanta precisión. Como decía Sartre, la «nada» puede ser una cosa. Esa cosa es Isco. A veces, también es culpa del «paquetón» colombiano y de Modric, que no compareció.
Baste decirle al mago Zidane que Varane salvó al Madrid de las carencias de un decadente Ramos, del que se rió la velocidad de Salah y la poca ductilidad de Marcelo ofensivamente.
Por lo demás, la Roma es un despojo. El veloz Salah es un descarte de Mourinho, que el mismo lo fichó y lo despidió del Chelsea. Cuando el Milan se ha desprendido de El Shaarawy es que ven que ya no está. A Dzeko se lo ha quitado de encima el ingeniero Pellegrini. Mientras que Pjanic y Nainggolan se han quedado en nada. La Roma es un equipo absolutamente perdido, en plena «caduta«, que no ha sobrevivido a las dictaduras de los Césares Totti y De Rossi. Spalletti sabe que la Roma está eliminada. Ni es posible un milagro en Madrid.
Nos castigan por escribir que si el Madrid gana es porque el rival es muy malo. No es así, pero casi. Spalletti ha llegado como la pequeña tabla de salvación, pero es un equipo que necesita toda una regeneración.
Aunque es un triunfo muy importante de Zidane, en su bautismo europeo. Tiene suerte con el calendario, con los rivales, pero de momento bebe de Rick Sidhley, el llamado «mago francés» o del «señor de la Champions». Que más da. Ganar, ganar y ganar. ¿Les suena?
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