BARCELONA | 2 | 3 | ATLETICO DE MADRID |
Increíble partido del Atlético de Madrid. Creo que la victoria es de Simeone. Hay una frase de Lawrence de Arabia a Omar Sharif en la maravillosa película de David Lean: “No hay nada escrito” , conectando con imposible de cruzar el desierto de Wadi Rum.
El Cholo fue Lawrence. Perdía, el Barcelona parecía un buitre sobrevolando el cadáver del Atlético. Pero de repente, un Barcelona que es un simulacro de equipo, a pesar de su enorme jeque Messi, se derrumbó por su carácter pusilánime, por una defensa de risa y un terrible hundimiento físico. Creo que los responsables del naufragio o físico del Barça son Antonio Gómez y Edu Pons, que proceden de la nomenclatura de Luis Enrique. Son los máximos responsables de que el equipo “culé” se hunda en las segundas fases. Hay muchos procedentes, el último el de Cornellá.
Aunque la personalidad del Barcelona me demuestra que es Valverde el máximo responsable de este último hundimiento. Un barcelonista amigo sentenciaba: “Valverde. Vete ya”. La verdad que es un desastre y escribo de ello desde hace un par de años. Es un personaje triste, que se tambalea, hasta que Messi le sustenta en cada partido, hasta donde puede el dios argentino. Pero el fútbol actual, al menos, necesita cinco dioses en un equipo o, al menos, la mitad del equipo.
¿Es posible que Simeone calibrara no desgastarse físicamente en el primer periodo para acabar como un cachetero de los toros ? Eso parecía, con el equipo, refugiado en sus cuarteles defensivos, con Morata y Joao Felix a sesenta metros del área. Y esperar el milagro de los contragolpes.
Estaba claro que el Barcelona, con ese espíritu imponente del infinito Messi, iba a apretar hasta el estrangulamiento al Atlético al comienzo de la segunda fase. Y lo hizo. Pero cuando vio el partido ganado gracias esa aula mortífera de Messi, ese desfalco físico de equipo, esa defensa de chirigota, sin Busquets, con De John, Vidal, incluso Rakitic, a treinta metros de diferencia de la retaguardia, ese Barça de vergüenza, perdió el carácter, el partido y su propia estima. El partido pudo acabar cinco a dos. Hubiera sido factible si el arbitro no se come el penalti clamoroso de Piqué y esas dos oportunidades meridianas de un imponente Llorente y de ese tragicómico Joao Felix , que es como un gran en el trasero en el Cholo y en la hacienda rojiblanca.
Victoria épica, salvaje de indios rojiblancos en estado de perversión , que liquidaron a la caballería azulgrana, con Valverde en el papel de general Custer.
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