EL CREPUSCULO DE LOS DIOSES

Real Madrid's Brazilian defender Marcelo lies on the field after resulting injured during the UEFA Champions League group G football match between Real Madrid CF and FC Viktoria Plzen at the Santiago Bernabeu stadium in Madrid on October 23, 2018. (Photo by JAVIER SORIANO / AFP)
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Ni la tregua que ha regalado el mediocre equipo de Pilsen, ha espiado los pecados de Lopetegui, que sigue en su avión como comandante de una nave que ha perdido los motores, la velocidad e incluso las ruedas para poder aterrizar con cierta solvencia.

En su descargo siento que lo ha intentado todo, hasta el buen remedio de Lucas Vázquez como lateral, porque siempre un buen extremo se puede reconvertir en un buen defensa de banda. Hasta le salió bien su valentía de lanzar a Valverde en un momentito complicado, cuando se desesperaba con un inaceptable Isco, que con Ceballos y Asensio han sepultado la vía española que soñaba el técnico como la panacea de su proyecto.

Desde luego, Valverde bien posee otro tipo de recorrido. Es fuerte, rápido, técnico, pero todavía no lo podemos evaluar. El grave problema de Lopetegui es que el equipo se le parte en dos constantemente, porque Modric se ha quedado en Croacia y Kroos tampoco tiene una respuesta sugerente, porque se le nota que no le gusta tanto balón al toque de la complacencia de ese extraño “tiki-taka” inocente que propuso más de setenta minutos ingenuamente su entrenador. Kroos no puede ni dar un pase en vertical y de distancia. Ya no saca ni su compás imaginario.

Si con Valverde acertó, Lopetegui se equivocó gravemente al quitar a Bale, el único que podía hacer un gol o, al menos cederlo. Con la salida del galés por un hundido Asensio, el Pilsen se envalentonó, porque se había quitado de encima una amenaza y, cómodamente, puso a ese equipo “groggy” a las puertas de su propio infierno. Ni siquiera tuvo suerte con el tercer cambio, al precipitarse con Mariano.Cuando Marcelo se tiraba por los suelo. Otra lesión más. Le gana hasta a Bale. Todo es vulgar que cuando todo va mal, aún se puede ir a peor. El triunfo agónico trajo pitos, malestar, y una condena a un conjunto que está sonado.

El técnico madridista, ahora mientras aún escribo, no tiene ningún tipo de expiación de su inepta manera de manejar a un equipo, que se le fue de las manos, desde aquel empate en Bilbao. Su proyecto ha sido mezquino, sin gol, dentro de una andrajosa táctica y sin ningún solución de continuidad. Estaba ya condenado, pero ante los checos firmó su despido.

Uno no le dejaría ni que se sentara en el Camp Nou. Quien sea, vale. Hasta mi prima. Una solución es con Solari en el banquillo, bajo las órdenes de una estrella como Raúl, al único que le harían caso los galácticos por ser quien fue. Al menos, el Madrid iría a Barcelona con la esperanza de un milagro, dado que el santo Messi se ha quedado sin altar para el domingo. Sólo la eléctrica sacudida de un nuevo entrenador podría quitar telarañas en el alma blanca. Esa es mi opinión. Viajar con Lopetegui, salvo catástrofe azulgrana, es una expedición hacia una muerte deportiva. Ir hacia el corazón de las tinieblas.
He mentado a Raúl, porque dudo que Conte y mucho menos Mourinho, que ha perdido absolutamente su “toque», pudieran levantar una temporada que se vislumbra perdida. El Real Madrid es como el Hollywood antaño. Confiados a un rígido “star system”, con estrellas que no admiten injerencia sobre su condición estelar y soportar las estrategia de un entrenador. Sólo un fenómeno, otra estrella como fue Zidane, seria admitida en ese “crepúsculo de los dioses”, que se ha convertido esta última etapa madridista, que dura ya dos años.

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