OSASUNA | 2 | 2 | BARCELONA |
Una ingenuidad de Piqué, que parece tener su cabeza sólo en sus negocios, propició otro fracaso del Barcelona, que parece condenado a perder muchos puntos lejos del Camp Nou, como se ha demostrado en Bilbao y Pamplona.
Valverde se vio con la soga en el cuello , tras un primer período detestable.
Sorprendentemente, reaccionó con con la asombrosa aparición de Ansu Fati y del “jugador tranquilo” Arthur. Precisamente, fueron lo que con sus goles remontaron un partido quebrado, demasiado abstracto según el catálogo de estilo barcelonista.
Valverde es el culpable, en cambio, del caos que ha formalizado en el centro del campo. Sabe que Busquets es el epicentro del Barcelona y que de ninguna manera puede desactivarlo con un flojo De Jong, como había demostrado en San Mamés. Pero lo peor es su condena a Rakitic, cuando es desde luego, el mejor centrocampista azulgrana.
Esa absolutamente indignante. No me puedo creer que todavía quieran que sea mercancía de cambio para la llegada del falso profeta llamado Neymar. Un caso que condena la nefasta administración de Bartomeu, que desde la salida de su “jugador objeto”
Neymar ha condenado al Barcelona a la ruina. Sin dinero, con muchas deudas y con el resultado ridículo de jugadores carísimos como Coutinho – un esperpento- y el díscolo Dembelé, formidable jugador, pero sin sentido de la responsabilidad. Por no hablar de Griezmann, al que ya llaman el Fantomas del Barça, que desaparece como un fantasma en momentos puntuales. Su partido en Pamplona fue absolutamente ridículo.
El pánico de que Messi se enfade, ha complicado la gestión de Bartomeu, hasta el ridículo más espantoso. ¿Como se puede fichar a un jugador absolutamente devastado por el dedo de un pié y encima sin dinero?. Parece una ópera bufa, que ha sido aplaudida por algunos bufones. Está claro que Messi es un rehén de Messi. Como Florentino Pérez lo es de Zidane.
Para epilogar el desatrer Bartomeu aparece la triste figura de Valverde. El presidente del Barcelona cometió otra soberana torpeza a dejar a Valverde en el manicomio de Messi, tras los tormentosos sucesos del Liverpool y del Valencia. Jamás nadie con dos dedos de frente le hubiera dejado seguir a los mandos del transanlántico barcelonista. Era como darle el mando a un capitán de un barco de pesca bilbaino.
Así que parece que el Barcelona está en manos de un crío de dieciséis años, llamado Ansu Fati, que desgraciadamente desde que marcó un gol de cabeza, de supremo rematador, sólo demostró estar más verde que el trigo verde. Es imposible tratar de salvar una situación precaria con el acné de un crío.
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