Le han dicho al millonario Abramovich que el nuevo Mourinho es Antonio Conte, un general de gladiadores italianos. Un loco suicida fútbolístico, capaz de ganar batallas con ejércitos muy precarios. .
Es cierto. Se cargó a la España campeona y ha estado a punto de acabar también con la actual campeona del mundo. Le ha faltado un mínimo de suerte en los penaltis, como le traicionaron los fenicios a Espartaco. No sabemos cuál será el límite de Espartaco Conte en la Premier, pero todo el mundo piensa en una competición asombrosa con Mourinho, Guardiola y Conte. Nadie se lo puede perder.
Conte, con sus futbolistas, antes de la tanda de penaltis. (Foto: Reuters)
Tampoco podíamos perdernos estos cuartos de final. Por vez primera, los alemanes ganan a los transalpinos en partido oficial. Para lograrlo, el estático Löw tuvo que cambiar el esquema, jugar con tres centrales como Italia y ser más conservador que el propio Conte. Todo ello con una sobredosis de miedo al 'contrapiede' italiano, siempre presente, siempre en la imaginación del estratega Löw. ¿Se esperaba Conte semejante nueva estrategia germana? Se esperaba algo novedoso, porque Conte sabe que Löw es el primer fan del fútbol español e Italia le había pegado un meneo a la sección de Iniesta de la gran escuela de fútbol.
Estoy casi seguro que Conte lo que no esperaba era una Alemania con tres centrales y con más disposición al juego directo. Italia se desorientó y no pudo ejercer el inicio de lance que machacó a Del Bosque en casi todo el primer período. Tuvo que conformarse con esperar demasiado atrás, a expensas de un zapatazo que le rompiera las narices.
El caso es que no llegó hasta bien avanzada la segunda fase. Özil, que es poco goleador, se encontró con la llave de abrir el 'catenaccio'. Alemania no supo administrarlo, a pesar de que el granadino Gómez tuvo el segundo y hasta un tercero. Fue Boateng quien prendió el juego de los gladiadores de Conte con el penalti más absurdo de todos los tiempos.
Luego, como en esta paupérrima Eurocopa de las mezquindades y las ausencias de brillo futbolístico, la diosa Fortuna, que ahora se llama penaltis, resolvió la contienda. Y llegó el final del Espartaco Conte, que ha logrado el milagro de que unos gladiadores sin nombre hayan podido matar en el Circo romano de Burdeos a los mismísimos campeones del mundo. Esa es la verdad.
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