REAL MADRID | 5 | 2 | CELTA DE VIGO |
El retorno del Real Madrid a su estadio fue goleador, divertido, aunque jugara con una defensa en ruinas. Benzema y sus tres goles y sus pases letales y un Modric absolutamente soberano, provocaron que Vini Jr. pudiera convertirse en la gran esperanza blanca en una noche brillante.
Alocado, perversamente individualista, aunque intrépidamente rápido. Vini es aparatosamente audaz y la nueva estrella del Bernabeu para el moderno estadio a medio hacer. Hasta la noche fue preciosa para los “juveniles” del Madrid. Incluso marcó Camavinga, aunque tan sólo tuvo que empujar la pelota, tras el soberbio slalom de Modric.
Uno hubiera preferido un estreno solemne, con un un rival universal, pero no hay dinero. El Madrid necesita dinero. Hasta los abonados tuvieran que pagar, a pesar de que habían dejado sus dinero en el “banco” Pérez.
La parroquia se tuvo que conformar con un Celta, que sólo llevaba un punto y gracias a un gol y de penalti. Lo cierto es que el arranque del equipo vigués no pudo ser más esplendoroso. Gran gol de Santi Mina y otro de Cervi. La defensa blanca, que no sabe ajustar rincones, pasillos y agujeros, está en obras como el estadio. La retaguardia era como un boxeador sonado que recibía todos los golpes.
Claro que Ancelotti se puede quejar y con razón. Ni Nacho ni Militao son Varane y Ramos , en su mejor época. Miguel Gutiérrez está más verde que el trigo verde y Casemiro es una tartana lenta, que llega tarde a los pescozones ofensivos de cualquier equipo.
Ha sido una noche de vino y rosas, pero cuidado. Si el Levante te mete tres goles y el Celta dos, en casa, recibir tanto, a pesar de Courtois, es absolutamente peligroso ante equipos de gran calidad. Por ejemplo, es como si le dejas al Inter la ventaja que le dio el Madrid al Celta con dos goles de rédito.
Por más que pienso no se me ocurre una mejor solución defensiva. Hay en la plantilla jugadores en el centro del campo, con sentido de retaguardia táctica. Valverde corre y corre, no crea juego y tampoco defiende. Modric tiende hacia la zona ofensiva y hasta Camavinga es un centrocampista atacante. Hace muchos meses, bueno, incluso el año pasado, escribí que el Madrid necesitaba un gran medio que ampare a una defensa, hecha de retales.
No ensuciemos que el Bernabeu abriera sus puertas, siempre repletas de emociones, de goleadas y sin sabores. Y goles, muchos. Siete para un partido que era una inauguración con grúas, andamios y cascos. Eso fue: goles y cascos.
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