EL RAYO DE FRANKENSTEIN

Tal como lo imaginó Mary Shelley, un rayo en plena tormenta soltó la exacta electricidad para que este Frankenstein, este monstruo creado por los doctores Ancelotti y Zidane, volviera a la vida en  una noche de truenos y galerna galesa. El Rayo lo proporcionó naturalmente, ese Rayo verbenero, endeble y eléctrico de Jémez.

El Madrid es un Frankeistein hecho de muchas partes, de muchos trozos de fútbol. Cuando se mueve produce pánico, pero es un monstruo descoordinado, como el mismísimo Boris Karloff en la película. No es muy fiable. Pero si delante tiene un impotente Rayo, por supuesto, lo destroza.

Morata celebra el último gol de la noche en el Bernabéu. (Foto: Reuters)

El hijo favorito de ese Frankenstein blanco se llama Bale. Si ese segundo gol lo logra Ronaldo u otro jugador de la cantera, la propaganda de los palmeros traspasaría la gravedad y llegaría hasta la Luna. Pero lo hizo Bale, un producto de 100 millones, hijo del doctor Pérez. 

Estoy seguro de que como Benzema hizo el peor partido que se le recuerda desde que está en Madrid, seguro que las notas serán positivas a su juego. Ademas, el pobrecillo sólo tuvo dos ocasiones claras de marcar. El promedio es de tres. Así que no le podía exigir un gol. Sólo apareció Morata hasta bien pasada la segunda parte. Apareció como un monje tibetano, un elemento del Hare Krishna. Quizá en típica protesta por las injusticas del 'tándem'. No necesitó ni una oportuinidad. Hizo un gol prodigioso que sólo hace recordar su pasmosa facilidad de cara al gol. Pero seguirá castigado, porque no se puede permitir que tenga el olfato de gol que Benzema carece, perdido éste en su esencia de perfume francés. Qué barbaridad.

Lo malo de estos partidos en que aparece el monstruo del Frankenstein madridista ante enemigos pobres, mediocres. Cuando se ha intoxicado todo el equipo. No sirven para nada estas goleadas, mientras el sistema de trencillas exonere jornada tras jornada al Barça del Tata o que el Atlético exiba ese músculo de Hércules, en sus pesados trabajos para lograr el título de Liga.

El Madrid está a merced de esa turba enfadada que despotrica de sus jugadores. Nunca se fijan en los técnicos. El colmo del paroxismo imbécil y delirante fue el de un gurú marcando como culpable al galés Bale por ponerse una botas. Jamás se han parado a pensar que este Frankenstein no es culpa de sus piezas, sino de sus adiestradores. Ese infame 'tándem' que tanto nos disgusta. Y con el que siempre fuimos criticos. Y con el que jamás caímos rendidos ante un famélico pacificador futbolístico. Y que jamás me parta un rayo futbolístico del gran 'tándem'.

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