CHELSEA | 0 | 0 | SEVILLA |
Casi en las tres cuartas del partido, el Sevilla bailó sevillanas en Chelsea. Supo mover el balón con presteza y calidad. Supo coordinar sus movimientos para el torpe equipo de Lampard fuera como un perrito faldero en busca del balón. Pero, amigo, a pesar de unas tres ocasiones, el Sevilla, el campeón de la Europa League, le hace falta un “killer” en el área.
A mí me gusta mucho Ocampos, pero cada vez juega más lejos del área, sobre todo lejos del Sanchez Pizjuan. Por tanto, inutilizas sus dotes goleadores y no soporta un diálogo del balón, en esta caso con De Jong. Es lo peor que he visto del Sevilla en mis barrio favorito de Londres, aunque haya dado una sobresaliente imagen de solidez táctica.
Y es que el Sevilla lució un traje futbolístico maravilloso en King Road, en medio de las tiendas de moda, pero le faltó el corazón, el pálpito del gol. Y eso que superó maravillosamente las bajas en retaguardia. Sobre todo la de Koundé, que se ha convertido en la última joya de los descubrimientos estelares de Monchi.
Es verdad que en el mundo de las ausencias es donde se puede comprobar que Lopetegui trabaja al equipo con sensibilidad, inteligencia y persuasión. Sólo ver la ristra de estrellas del Chelsea que fracasaron en tiempo, situación y orden puede hablar de un inteligente entrenador llamado Lopetegui.
Hasta Timo Warner fue más enano goleador en una noche aciaga, hasta comprobar que Havertz, siempre naufrago en su posición de detrás de Werner. Sólo ejerció de alguna control de velocidad, pero sin suficiente percepción de lo que podía ser una jugada de peligro. Hasta Thiago Silva se ha devaluado. Y Kante sólo corre y corre, como pollo sin cabeza.
La impresión que tengo de que Frank Lampard es que es un mediocre entrenador. Tenía fuego en sus botas cuando jugaba en el viejo Chelsea de Mourinho, pero ahora es un amotinado como capitán de una nave con con dirección y velocidad. Lopetegui bailó tácticamente al millonario Chelsea de los fichajes del ruso Roman Abramovich, cada vez menos amigo de Putin, el zar de todas las Rusias.
A mí, francamente, el empate del Sevilla me deja con la sensación de que nadie le metió el diente a una situación ejemplar para dejar al Chelsea al borde del desastre. Pero en el fútbol, siempre los goles marcan la diferencia. El Sevilla no tiene un goleador nato. Y hasta Werner parecía un novato. Así que cada día que pasa, el noruego Haaland se convierte en el gran nuevo monstruo del gol.
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