ESPAÑA Y EL CIELO DE FABIAN

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La mejor noticia es que el fútbol español no le ha perdido la cara a la brillante cantera de los últimos veinte años. La selección Sub-21 ha vuelto a demostrar con con su quinto título que posee maravillosos “futuribles” y aspirantes a estrellas, que es algo más que justas promesas.

La “nueva” España supo especular en la final. Pero yo creo que con el golazo de Fabián Ruiz, la selección pasó a tener un complejo estúpido de superioridad. No hilvanó el juego de “toque-toque” vertical que le dio el carácter en el Torneo y se relajó en su superioridad.

Siempre digo que especular con cualquier equipo alemán es jugarte el cuello con la navaja más fina de Dusseldorff. Para suerte española, Alemania no tuvo ni gol ni la calidad de algunos jugadores tan decisivos. Pero aún así contra siempre te pueden meter en cualquier noche los “walpurgis”. En cualquier fiesta pagana de su fútbol de martillo pilón. Y sufrió la selección hasta el final , mientras se miraba su precioso ombligo.
Lo que no se sabe es lo que ocurre en estos últimos años en el fútbol español, como si se rompiera la cadena de una maravillosa bicicleta .Hubo una desconexión entre Del Bosque y sus sustitutos. Lopetegui parecía el engranaje para esa correa de transmisión, pero ya sabemos lo que pasó.

Hay otros despistes en la “canteras” de los equipos de Primera, sin paciencia ni fe. El caso de Fabián Ruiz es esperpéntico para el Betis. Más grave el de la “massía” de Olmo, que se tuvo que ir nada menos que le enchufarán una “Dinamo” en Zagreb.

El caso más polémico es el de Ceballos. Quizá desfondado por los avales de estrella, Ceballos hizo en la final su peor partido. Lento, egocéntrico, cada vez más parecido a ese jugador de “salón”, ese tipo de combinación de “fútbol sala”. El mismo que le crea esquizofrenia a Zidane. Y, a mi, también, porque Ceballos no tiene verticalidad ni disparo como Fabián. Así que habría que perdonar a Zidane, que no piensa lo mismo en el caso de Vallejo, que es absolutamente insoportable. Vallejo se defendió, pero siempre sufre cualquier cortocircuito cuando menos se lo espera. Por ejemplo, no se fue a la calle por magnanimidad arbitral y fue el culpable de que la selección sufriera ese espanto del terror germano. Nunca me gustó.

Hay que sentirse orgulloso, no obstante, de la valía patria, porque vimos exhibiciones ante Polonia, ante Francia. No la hubo con los “nibelungos”, pero siempre el fútbol alemán es como tratar de silenciar una opera histérica de Wagner.

 

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