REAL MADRID | 7 | 1 | DEPORTIVO DE LA CORUÑA |
No hay más grande espectáculo en la tierra que el gol. Y si se ven ocho en un partido se convierte en un delirio. Un delirio blanco, porque ha llegado el gol y es como el “maná” para un Real Madrid que estaba al borde de un ataque de nervios.
Pero amén de los goles, hay que reconocer que el equipo de Zidane hizo el mejor partido desde hace muchas semanas. Me van a decir que el Deportivo no tuvo ni una mala patada ni un mala mirada ni siquiera una conducta malévola. Fue el gran equipo amigo, el que les gusta a los todo poderosos.
Aun así, el Real Madrid tuvo músculo, visión, enormes ganas de tratar de volar como un avión, como en los viejos tiempos. La fuerza mental de Nacho y el inconmensurable partido de Bale fueron decisivos, ante el Deportivo más que tímido en ataque, inexistente en el centro del campo y que, a partir del tercer gol, es que parecía que las piernas les pesaban como los grilletes a los presos. El Madrid ejercía el contragolpe como quiso, cuanto quiso y no marcó diez goles, de milagro.
No quiero meter el dedo en el ojo a nadie de los piperos, pero lo cierto es que desaparecido Isco, el Madrid juega a otras revoluciones por minuto. La pelota fluye a mayor velocidad y si encima Bale tiene su partido magistral por la banda, todo parece más fácil. Creo que no es casualidad que cuando se producen las goleadas coinciden en que Isco se ha quedo en el banquillo.

Por uno minutos, Zidane tuvo a su maldita BBC en el campo. Eran minutos de basura, cuando marcó Christiano, que parece un penitente hacia la meca del gol. Ha perdido las chispa y sólo cuando el contrario se ha rendido, aparece para redondear su números. Cuando el partido por el gol de Adrián Laprez, ni se le vio, hasta que surgió Nacho como enorme depredador. Por cierto, que el tanto coruñés es síndrome de las ventajas defensivas que ofrece el tono madridista, con Varane confundido, Keylor Navas otra vez horrible, con los balones laterales y Marcelo que nunca está donde tiene que estar defensivamente.
El Madrid vuelve a respirar. Lo necesitaba, aunque deja la sensación que Borja Mayoral tampoco es la solución. Nadie entiende como Zidane prefirió a ese jugador que había fracasado en Alemania y dejó que se marcharan Morata y Mariano, sin despeinarse, porque no tiene un pelo, pero sí con la sinrazón, sin más.
El único reino del Madrid es el gol, sólo el gol. Es un reino de gloria, no de temor como en las pasadas jornadas. Es el rey gol, como el dios Aton blanco.
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