HUMILLACION AL BARÇA

REAL MADRID20FC BARCELONA

Quizá por el calor, quizá por un poco de cansancio, quizá por no humillar o degradar al rival, el caso es que el Real Madrid no redondeó mejor actuación en años frente al Barça. Además, con el toque-toque, pero con sentido  perpendicular, con la solvencia de un equipo grande que ha entrado en una nueva era. La era Z, la de Zidane por supuesto.

El Madrid tuvo al Barça al borde del ridiculo más calamitoso en años . El equipo de Valverde era como un boxeador sonado en un cuadrilátero donde sólo recibía trompazos madridistas. Fue una pena para los madridistas, pero la magia del campeón se esfumó por entre las doce cuerdas del ring, iniciado el segundo periodo

El Barcelona actual, como dijimos en el partido de ida, va camino hacia el infierno. Se nota frustración, rencor, indolencia, desmoralización. Demasiadas notas enfermas para que Valverde pueda levantar a un equipo en estado catatónico, al borde un gran ataque de nervios. Justo para el psiquiatra.

La depresión se ha instalado incluso en Messi y Suárez. Ya nunca serán los Tres Sudaméricanos. Sólo los dos sudamericanos. Tampoco Piqué cree en el proyecto y Busquets demasiado tiene con detener la infección que coge a todo el cuerpo azulgrana.

Mi duda es saber quien será el primero en dimitir. Si el presidente Bartomeu, que está semi-condenado tras el gran fisco de Neymar. Pero puede que sea Valverde, que le viene demasiado ancho el traje nuevo que le han dado. Anoche, por primera vez en muchos años, tácticamente, el Barcelona abandonaba su célebre 4-3-3. Valverde renunciaba a todo un estigma y colocaba un 5-3-1-1. Puede que tuviera miedo a un goleada y el Madrid llegó incluso a tocar esa cima. Pero no coronó. No lo hizo, porque francamente le hace falta un goleador. No hay ni uno en la actual plantilla, salvo el dios Ronaldo.

En la nueva era Z, en el nuevo “shangri-la” creado por Zidane, todos se sienten titulares. Todos son estrellas, aunque sean por unos minutos. Zidane se rodea de jugadores tocones, muy técnicos, a su imagen y semejanza.

Es una arcadia feliz, como aquella que creó Guardiola en los tiempos del diablo Mourinho. Todo lo contrario de un  Barcelona destinado a un accidente, hacia el infierno, sin que se vea de momento una salida airosa para no caer definitivamente en el fuego de la crisis.

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