LA FIESTA DEL ORO

Los fieles madridistas pudieron comprobar con albricias que Ronaldo no iba a estar celebrando los fastos su Balón de Oro hasta el próximo Mundial. Nuevamente, ha sido un partido cristiano, en el sentido que él solo desatascó otro partido de profundas emulsiones estupefacientes. Coincidió con otra fiesta más de oro del globo Ronaldo. Siempre se discutiría si Bernabéu hubiera permitido tanta pompa y circunstancia para un trofeo individual, egocéntrico, cuando creó su esencia en el grupo, en la fuerza del conjunto.

El Real Madrid es un club, de títulos colectivos. Pero estamos en los tiempos futbolísticos de adorar al becerro de oro, por encima de todas las cosas. No tengo nada contra Alcaraz. Pero es aburrido soportar esta era de entrenadores que se creen tácticamente tan buenos que se pueden acercar a Guardiola. Por favor, el Granada llegaba con la mitad de puntos del Real Madrid y quiso jugar como un líder. Un delirio, porque estaba claro que el Granada actual, por mucho que juegue, toque y se mire el ombligo en el centro del campo, porque lo del juego vertical, el difícil juego ofensivo, pues, nada de nada. Aunque hubieran estado jugando toda la tarde y la noche entera, el Granada jamás hubiera hecho un gol. Por eso, me parecen ridículas esas presuntuosas pretensiones.

Bale permanece, encarcelado, encerrado, aplastado en una banda y cada vez más frío con el equipo.  Bueno, apareció Jesé y aún es peor . Pero este es de la cantera y sea lo que sea, hagan lo que hagan, es lo mágico. Máxime en fases de economía esperpéntica. No presumo de insistir  en la letanía de que el Madrid juega como juega. Muy poco como equipo. Es decir, aburrido, con poca tensión, dependiente absolutamente de sus individualidades.

Pasó en el primer tiempo y en el segundo no fue así, porque llegó el gol de Ronaldo, que él sólo se lo fabricó, y que remató con su regalo a Marcelo y éste al opaco Benzema. Y punto. Pero el Madrid no fue mejor que en la primera fase. La diferencia, hermano, son los goles. Y aviso de agoreros. No veo claro todavía a este Real Madrid, con dos mediapuntas en el centro del campo, como dueño y señor de Europa. La primera evaluación seria la tendremos en la Renania de Raúl, en Gelsenkirchen.

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