El equipo de Simeone se desquició. Su propia ira hizo el resto. El Atlético regaló un título al Barça, a pesar del nefasto Luis Enrique, al que le salvan sus millonarios jugadores. Aunque en poco más de media hora, ese Barcelona sin orden, sin ordenador y muy mal colocado en el terreno de juego, pudo recibir nada menos que tres goles.
Lo impidió un trencilla neófito que no se atrevió a pitarle dos penaltis seguidos al Barça. Pero ¿quién se atreve con un dictador en la presidencia de la Federación? Un reaccionario y despótico Villar, que tiene indiscutiblemente al equipo de su gobierno, el Barcelona, como monumento al que no se soporta ni un pis de perro en la estatua de ese maravilloso Barcelona. Villar sólo quiere acabar con el delegado del gobierno político. Es un escándalo que habla del absolutismo millonario, que como entelequias supranacionales y asqueroso de la FIFA, UEFA y la FOFA, o lo que sea, hacen lo que no pueden ninguna sociedad en este mundo. No se puede ir contra ellos ni a los tribunales ordinarios.
El árbitro se cargó el lance, pero es cierto también que Simeone no sabe hincarle el diente al Barcelona. Es curioso que pierde toda la concentración, toda la seriedad defensiva y su sentido del juego ante un equipo que es mucho peor tácticamente que el Atlético. No le pasa nunca. Sólo con el Barça se desquicia. Hubo una jugada decisiva. Fue terriblemente nefasto el contragolpe que hizo que Neymar, el fino Robinho, empatara una eliminatoria que con el soberbio tanto de Torres estaba donde quería Simeone.
Desde ese momento, aunque el Atlético pegaba tirones de voluntad, de fiebre o golpes de locura, nunca supo dominar el juego, que es el mejor atributo de Simeone. Por si fuera poco, el penalti de Alba y a continuación el segundo tanto sentenció decididamente la eliminatoria y el Atlético se convirtió en un equipo histérico, desordenado, con un deprimente balance defensivo. Un disparatado carrusel de cólera. Con la expulsión de Gabi, la de Mario Súarez y casi la de Arda. Con nueve jugadores se quedó el esquizofrénico Atlético de noche.
Pero más frustración debe ser el triunfo de Luis Enrique, dado el procedimiento vivido. El técnico asturiano es un disparate táctica, metafísica y técnicamente. Ni con la plaga del árbitro, el Barça brillo como un equipo poderoso, un equipo de ensueño. Todo lo contrario. Como también se cae por los suelos el espíritu de Messi y el de Neymar, cuando no tienen enfrente a un Elche, por ejemplo. Pero ganarán el título de Copa. Hay que darle la enhorabuena al amigo Villar.Muerto el Madrid y el Atlético, este fútbol de Villar se convierte en un paseo militar para el equipo oficial de la Federación. No quiero pisar el rabo al diablo. Pero lo de ese "par de holgados" del canal de pago es de vergüenza ajena. Otro disparate de como un par de comentaristas se convierten en un par de forofos, irreflexivamente parciales.
Los comentarios están cerrados.