El otro día, frente al Villarreal, noté que Los Tres Sudamericanos bailaban la 'Pulpa del tamarindo', con un partido ácido como este brebaje. Me dieron que pensar tres imágenes con Messi devolviendo la bilis de los dioses, a Neymar regateando a su sombra y al Hannibal Suárez en perpetuo fuera de juego. Mis queridos comentaristas, por esas reflexiones me mordieron hasta en la nuez.
Pero, vamos, el partido frente al superlativo Málaga, ha sido un calco con Los Tres Sudamericanos desafinando como un grupo amateur. Un Trío Calaveras, sin pincho, disparo, velocidad o chispa. Neymar, por ejemplo, no es que me recuerde cada día más a Robinho, es que ya le imita hasta con esos regates hacia su propio campo, a la táctica del cangrejo brasileiro, que cuando no te vas de nadie, es más fácil regatear hacia tu propio área, porque hay que regatear para que vean lo bueno que eres.
Luis Suárez lamenta una ocasión perdida ante el Málaga. (Foto: Reuters)
Este tipo de jugadores se creen que jugar bien al fútbol es simplemente regatear, aunque sea en dirección equivocada. A nuestro querido mordisqueador sólo le falta ponerse una garita en el área y pasar como en pernocta todo el tiempo en fuera de juego. A lo mejor busca que algún día se equivoque el árbitro y pueda marcar allá, perdido detrás de la defensa.
En cuanto a Messi, hizo aquellos partidos del querido Tata, su tío futbolístico de la temporada anterior. Ni aparece, ni juega ni se le espera. Flato, hernia de flato o lo que sea, pero cuando Messi se parece a un mortal, pues al Barcelona se le apagan todas las 'peras' luminosas, como si fuera una vieja y gastada central hidroeléctrica.
Me centro excesivamente en el papel de Los Tres Sudamericanos, pero es que es esencial en ese sensacional estado de forma que potenciaban los "voceros" del Sport y Mundo Deportivo o caverna catalana, tan personal, pasional y poco fiable. Ahora, tras este descalabro, habrá 'tortas' a la asturiana, con su sidra de mala leche. Aunque cuando un equipo es tan sólo Messi y un par de Sudamericanos, pues el Barça, sin imaginación, se desvanece de la mano de un técnico mediocre como Lucho -no de águila- Enrique. Justo lo que le pasó casi todo el tiempo al Barça. Perdió el sentido y no lo recobró hasta los últimos momentos, cuando la tragedia ya era un acta de defunción, firmada por el soberbio notario Javi Gracia.
Menudo planteamiento del técnico, táctico, soberbio, que cobra cien veces menos que Luis Enrique. El repaso fue allí en La Rosaleda y se ha repetido, con más 'gracia' en Barcelona. Se que los malaguistas actuaron como un ejército, firme, uniformado, con una estrategia común, con someter a la trampa perpetua al Barcelona de falta de espacios. Una lección de geometría táctica aplicada al fútbol.
El tropiezo del Barça es de una identidad que el ingeniero Pellegrini debió soltar la carcajada más aproximada posible a la del diablo. Veremos el martes, pero Los Tres Sudamericanos desafinan… Y mucho.
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