EL MADRID SIGUE SIN UN GOLEADOR

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POLVORA MOJADA

Veinte minutos del segundo periodo  fueron frenéticos, maravillosos, con los equipos como boxeadores que van a la desesperada por un K.O. Pero ni Benzema ni siquiera Ronaldo y, desde luego que no Kane, decidieron con un golpe definitivo.

Siempre cabe la discusión de si fallaron los goleadores o fueron los metas en estado heroico. Creo que hubo mucho pólvora mojada. No es casualidad la sequía goleadora madridista, con ese sistema estrambótico de Zidane. El Madrid tuvo que salvarse por un penalti. Si es cierto que Lloris hizo intervenciones muy aparatosas, como en aquel cabezazo de Benzema, pero fue más Keylor Navas quien salvó a los blancos con dos despejes soberbios con un Kane, que no tuvo su vida ni su día. Más pólvora mojada.

El Tottenham fue un buen equipo, pero quizá un tanto más medroso que el Betis. Por eso los béticos ganaron y el Tottenham se tuvo que conformar con un punto de oro para guardar en Wembley. Pochettino, que es un magnífico técnico, no le ha dado el soplo decisivo para que el Tottenham se convierta en un equipo grande. Tras el autogol de Varane, los Spurs tuvieron al Madrid absolutamente consternado, indefenso, como si le hubiera atropellado un coche. No lo aprovechó. Pochettino se quedaba una vez con la brújula y el compás como un arquitecto que no sabe terminar de construir un rascacielos.

El Real Madrid es una parodia de Jekyll and Hyde. Hay un Madrid de Liga y otro Madrid de Champions, pero Zidane no prende tampoco la mecha ni del buen juego ni mucho menos de la táctica o ciencia-ficción  ofensiva que lleve a los goles. No quiero repetirme partido tras partido. El enorme embudo por el centro con la lentitud de cuatro medias puntas como Modric, Kross, Isco y Benzema. Desesperantes tortugas protegidas por su domador. Lentos, parsimoniosos, sin velocidad  ni felicidad de balón, sin potencia. Es un embudo que sólo arregla una jugada imprevista, como el penalti a Kross. Nada de nada. La receta de siempre. La falta de un goleador y ese obtuso y pútrido proteccionismo de Pérez y Zidane con Benzema, venerado, naturalmente, por los anti-madridistas. A veces, al ver a Benzema, me entra la risa y le pido perdón. Llega tarde, se marea. No sé. Es inaudito.

Agravado todo ello por una deficiente estado físico del equipo, con un Isco, que se fundió justo antes del primer período, por no hablar de Varane, Modric y Kroos. Fue un milagro que el Madrid no perdiera finalmente. El equipo tiene que pensar con optimismo que llegarán marzo y abril y estarán en forma, pero puede también que entonces ya sea demasiado tarde para el brujo físico italiano de Zidane. 

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