MARADONA LE HACE VUDU A MESSI

Argentina's forward Lionel Messi reacts during the Russia 2018 World Cup round of 16 football match between France and Argentina at the Kazan Arena in Kazan on June 30, 2018. / AFP PHOTO / Roman Kruchinin / RESTRICTED TO EDITORIAL USE - NO MOBILE PUSH ALERTS/DOWNLOADS
ARGENTINA34FRANCIA

No sé que escritor argentino decía que que el fútbol argentino no necesita nada, sino tan sólo un psiquiatra. Es posible que Messi necesite urgentemente ir al diván, pero me da pena. Me resulta una humillación excesiva. Tan grave que no es ni justa ni si quiera asumible.

A partir de ahora, Messi me recordará aquel actor fracasado de la novela de Phil Roth. El partido ha sido la película de una tortura para el rosarino, como una humillación pública que buscaba hundir la dignidad del que hemos sostenido que es el mejor jugador del mundo.
Messi, a partir de ahora, es un campeón destronado, un paria en Argentina humillado, avergozado por una parapléjica selección argentina, repleta de jugadores lentos, viejos, fracasados, que tratan de venderse como agentes de venta de crecepelos. Todo ello aderezado por el doctor “a palos”, como decía Moliere, ese siniestro personaje que es Sampaoli, discípulo de Bielsa, el que ya llevó a Argentina al mayor “status” ridículo en Corea.

Dosgenios, según la presunción argentina.
Y eso que hay que reconocer que Deschamps es el entrenador más medroso, irreverente y torpe que ha tenido la elección francesa. Al que trataron como un auténtico “membrillo”, al perder la final del título europeo, en su casa, con Portugal y con Ronaldo lesionado.

Juega con más miedo que una rana delante de un cocodrilo. Se atreve a dejar en la suplencia a Dembele Nzonzi y Lemar, para poner al tronco de los troncos Giraud y un Matuidi, que ha perdido la brújula. En fin, “le blues” es un equipo manipulado por un alma triste, a pesar de que posee una lista de jugadores casi homologable con la sensacional Bélgica.

Por fin, tenemos la estrella del Mundial. Ni Ronado ni Messi, ni Griezmann, que no puede ni con las botas, ni siquiera Kane. La megastar es Mbapee. Rápido, volcánico y que le hizo un “traje” a Armani, un portero que no podría jugar ni en un Segunda División de cualquier Liga Europea.

A pesar de la desfachatez de Deschamps, Mbapee fue capaz de ser el héroe del lance, aunque muy afortunado cono el centro del campo y defensa de tortugas. Mascherano, Banega y Rojo, papel sobre blanco no pueden seguir jugando al fútbol.
Necesitaría todo un guión para razonar la humillación de Messi. Una estrella, que ni podrá vivir en su propio país en unas cuantas semanas. Todos presumimos que el fútbol en Argentina es más que Evita, más que los peronistas, es la vida, el aire que se respira, una sangre azul y blanca, que corre por cada argentino. Una sangre que no ha podido contar con la magia de Messi, el mayor ídolo de Argentina, desde los tiempos de Maradona, que allá arriba, en su palco , con publicidad incluida, maneja el “vudú” perpetuo a su enemigo Messi.
Maradona es como un instrumento del diablo para acabar con la semilla de Messi. Es algo más que un gafe. Es el brujo que disfruta de la humillación de Messi, mientras el apura, «tuca», el final de un puro.

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