MUCHA NIEBLA EN BRUJAS

 

No es de recibo el empate a cero en Brujas. La niebla de la Venecia del norte empaña un partido en que el Atlético fue muy superior. Pertinente, pero abonado a ese desesperante cerocerismo, que es como una maldición para el gran espíritu rojiblanco. Una bruja revoltosa.

Simeone no es precisamente un “brujo” del gol. Su absoluta prioridad personal por no recibir ni un sólo gol, provoca una seria deficiencia ofensiva, que quizá es un reflejo de su propio bosque de su mente.

No creo que tuviera la “genialidad” de introducir a Gelson y Lemar en busca de los “jugadores perdidos”. Son jugadores de piernas cortas, ideas cortas y, desde luego, no preparados para el mecenazgo del gol. En una palabra, son sospechosos ofensivamente.

Cuando se dio cuenta el Cholo de su error, quizá era demasiado tarde. Ni Vitolo ni Correa son jugadores asesinos del área. Necesitan un ariete como referencia. Kalinic también salió demasiado tarde.

A veces, esas alineaciones que se le ocurren a Simeone proporcionan la desesperación de muchos fanáticos rojiblancos. No es para menos. Es como si Simeone sólo viera goles en las nubes. Demasiada brujas en sus pesadillas sobre el gol.


Siempre tiene problemas el Atletico con cualquier equipo bien posicionado, físico y disciplinado. Iván Leko, le hizo un magnífico “lego” con cinco defensas, tres centrocampistas y dos atacantes. Naturalmente, jugadores con escasa calidad técnica, con ese muro Atlético, se disuelve como sal en el agua. Aún así, otra vez, Oblak salvó el cuello del a veces castrado atlético.

Otras brujas para Simeone circundan su lento reflejo ante un parsimonioso centro del campo. Sigue padeciendo el “fantasma” de Gabi, su decisivo “alter ego” durante tantos años. Rodri es un “stopper” en toda la resonancia de la palabra. Es lento, tortuoso. No es precisamente el jugador vertiginoso que pueda armar un contragolpe decisivo para la velocidad del propia Correa o el todavía desaparecido Vitolo.

El camino hacia la final del Wanda todavía se antoja lejano y tortuoso. Pero hay algo en en Simeone que permite pensar en la aparición de la electricidad de su equipo , que puede dar más que calambre cuando encuentra el tesoro del gol. Algo que se retuerce, se revuelca en la mente de Simeone. Su bruja más obsesiva y peligrosa

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