Lo siento por ese mi Nosferatu italiano favorito llamado Roberto Di Matteo, que no pudo clavarle los colmillos, a lo Drácula de Stoker, a pesar de que está en la misma tierra del genio Murnau. Pero es que su equipo es malo, muy malo. Además, sin sus claves en ataque, con Draxler y Farfán lesionados, encima con Huntelaar lesionado, parecía un equipo de cojos ante un vídeo de fenómenos con dudas, como si hubieran salido de un túnel negro, muy negro y pudieran ver la luz, al fin.
Di Matteo. | Afp
Para los coriféos habrá sido una exhibición del actual campeón de Europa. Los realistas sólo se habrán conformado con la seriedad de un equipo que vive una depresión, constantemente alimentada por la falta de inhalación imaginativa y laboral de un mediocre entrenador, en caída libre en su decadencia. Pero, a veces, ese realismo se considera pesimismo. Y el pesimismo no vende periódicos ni ilusiones.
La ilusión es como la Lambada del constante fenómeno Isco, que juega más hacia atrás que adelante, pero es el el gran líder de comentaristas que no saben ni hablar español. Es la ley de Podemos. Pero les quiero recordar a los que saben tanto de fútbol que el taconazo que le dejó Bale a Isco, si sucede al revés, ahora mismo estaríamos pidiendo la extradición de Bale al país de los liliputienses, de los amigos de Isco. Vamos, a Gales. Que por otra parte me encanta.
Pero para los conocedores del gourmet del fútbol, Isco es exquisitez para lo que todos los demás es vulgaridad. Por ejemplo, no sé cómo les habrá caído el partido que ha hecho ese ídolo mío llamado Benzema. Es maravilloso cómo juega, con ese aire de la nada. No quiero tampoco hablar de Lucas Silva, con esa sensación de desazón que me produce dudar de que sea mejor que Illarra. Es el lento de la carrera de cuadrigas.
En fin, el Schalke jugó mal, pero con patadas, con un sistema que ni siquiera sabía lo que había ordenado nuestro genial Nosferatu. La salida de Prince Boateng aún hizo peor al Schalke 04. Pero, cuidado con mi atrevimiento, esto es la Champions y no podemos extralimitarnos.
Pero si me preguntan, de verdad, les tengo que decir que el Madrid no es el favorito de esta Copa de Europa. Visto lo visto, no tendría nada que hacer con el París St. Germain, el Chelsea o el Bayern, pero tenemos que creer que Casillas vaya al cielo, Ronaldo se abrace al sol-gol, Lucas Silva toque algún balón o que algún día Benzema juegue un buen partido. Esto es fútbol, la casa de los milagros. Mientras que a nuestro querido Nosferatu lo van a empalar en Gelsenkirchen. No sé si los mineros o los propios directivos, los amigos de Raúl.
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