OCAMPOS Y EL FIN DE LOS LOBOS

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Un Sevilla ambicioso, impertinente y con fe pudo por fin castigar a un Wolves, que sólo fueron unos lobos miedosos y que sólo sacaron los colmillos en los primeros quince minutos.

El Sevilla vuelve a sentirse confiado y generoso en su torneo favorito.  Visto lo visto, incluso al Inter y al Manchester, los sabios del fútbol se rinden ante el Sevilla como el posible campeón del “torneo alemán”.

Yo me creo a los sabios. El Wolves llegaba como el equipo “revelación”, pero lo ciertos que más de setenta minutos deambuló por el terreno de juego como un equipo cobarde, miedoso, agazapado en su terreno, a la espera de que “la flecha”, aunque también le llaman “la bestia”, es decir Adama, ese jugador superlativo por el físico y su velocidad, que regaló el Barcelona al Aston Villa en un principio, le sacara de una hipotética y desgarradora derrota.

El flechazo de Adama de Hospitalet, efectivamente, sólo se produjo en una ocasión. Fue la clave del partido. Al marroquí defensa del Sevilla le desbordo por velocidad, pero el penalti claro lo desaprovechó el ”equipo” de Jorge Mendes y ahí sentenció su suerte.

Francamente, no me cae bien el Wolves, porque es el estigma de la corrupción. No se puede hacer un equipo, comprado, a base de jugadores e incluso el Espíritu Santo de su entrenador Nuno, a base de los negocios del representante Jorge Mendes, el de Cristiano Ronaldo, con sus triquiñuelas, con un mercado destacado por su avaricia. Francamente, me cae mal y huele mal.

Así que el Sevilla le ha ganado al Espiritu de Mendes, el que maneja al propio Nuno Espiritu Santo. Ese ratificado cabezazo de la gran estrella del Sevilla, el milagroso Ocampos, certificó  el delirio sevillista  y la muerte del abismo de una prórroga. Más que justo.

La tele de araña que configuró Nuno Espíritu Santo entorpeció el partido hasta trabarlo, hasta convertirlo en una entelequia o un sufrimiento para el equipo que quiso ganar, el Sevilla. Pero hubo ese castigo final, propiciado por ese guante de seda del pié de Banega.

Me alegré ya no sólo por el sevillismo. Me alegré, porque no se puede especular, trapichear y sembrar el fútbol de minas, con fichajes manipulados por un “dueño” y dominado por una serie de agentes “de fútbol”, que son sólo generalifes de la especulación del millonario negocio del fútbol. Pero el “coronachino” es posible que le vuelvan a configurar en simples “apoderados” raquíticos ante la pandemia… Eso espero.

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