Durante setenta minutos, Francia fue superada constantemente por Nigeria. La selección de Deschamps jugaba agazapada en su medio campo, cediendo corner tras corner y con un contragolpe lento, parsimonioso. Siempre al estilo del pusilánime Benzema.
El patético partido que arrastraba Giroud encendió la bombilla de Deschamps. Fue revolucionaria la salida del realista Griezmann. Hasta despertó a Benzema, aunque como es costumbre, el madridista perdió un gól solo ante un portero como Enyeama, que al final fue el villano del partido, el meta que regaló los dos goles franceses. Primero en un corner, con 'pase' con la mano a Pogba. Y, el segundo, un autogol absurdo de Yobo, que se tragó Enyeama de manera grotesca.
Hay un tono de inseguridad futbolística en los equipos africanos. Una inconsistencia técnica, táctica que no se acierta a comprender. Jugadores que son superdotados físicos, maestros de la potencia en el fútbol, se convierten en jugadores muy torpes de cara a la portería o defendiéndola. Y, amigo, eso es lo peor. Si falla tu meta y tus delanteros no saben ni cazar, hasta un 'gallo' te pica dos veces como Francia y te deja fuera de combate con sólo dos picotazos, a pesar de que más de las dos terceras partes del partido haya sido peor selección que tú.
Me pasó con Ghana. Me impresionó cómo jugó contra Alemania y, luego, sucumbió de manera esperpéntica. Nigeria y Ghana me parecían que podían ser menos predecibles, más agresivas, bastante mejores.
Es Francia la que me ha sorprendido también. Jugó su peor partido de este Mundial, como si las fuerzas se hubieran diluido. No transmite buenas sensaciones, porque ni Pogba ni Matuidi son capaces de generar juego. Pero puede que por ser dos privilegiados en potencia física, hayan salvado a Francia en esos primeros setenta minutos.
Deschamps es de la escuela de Mourinho, de que sólo se puede componer desde la fortaleza defensiva y la potencia en el centro del campo. Luego, dejan tres artistas delante, pero Benzema es incapaz de hacer un gol. Cada día que pasa aborrezco más su manera de jugar, con esa sangre de horchata, esa desidia de elegante jugador, que es incapaz de hacer daño de verdad. No me imagino a Benzema ni de ariete ni de extremo. ¿Quizá de mediapunta? Cada día aborrezco más las 'medias-puntas'. Siempre serán medias.
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