FC BARCELONA | 4 | 0 | MANCHESTER CITY |
Uno no sabe el empeño de algunos técnicos actuales, liderados por el ideario de Guardiola, de que los porteros tienen que ser “iniestas” con el balón en los pies. Como se demuestra habitualmente, un portero es un portero y no tiene que ser un fenómeno con los pies.
El último capricho de Pepe Guardiola ha sido el chileno Claudio Bravo. Contra el Manchester hizo una pifia escandalosa. La de anoche incluso fue peor, porque encima le costó a su equipo jugar con diez. Su pase de gol a Suárez entrará en los anales de la gilipollez de conjugar a los metas como jugadores de campo. Otro de los discípulos avezados de Pep, el ínclito Luis Enrique tuvo la suerte de que a Ter Stegen, el “pichichi” de los fallos de los metas futbolistas, ante el City le dio por parar bajo los palos y no atreverse a ningún pase de los suyos.
Se empieza a especular con la agorafobia de Guardiola. Salir de su casa y presentarse en ella le provoca mareo, sudoración, taquicardia y como catalán generoso repartir regalos generosamente para el equipo nacionalista catalán. Pasó con el Bayern, ha ocurrido con el City, al que le han metido otro saco de goles.
Pero uno no cree en su agorafobia de Pep. Sus fracasos continentales en Alemania e Inglaterra significan que era grande cuando jugaba con Messi. Sin el mejor jugador de toda la historia del fútbol, Guardiola se reduce a un entrenador de equipo decente, pero jamás un genio como él mismo se cree. Cada vez que juega frente a Messi, más diminuta parece su figura. El astro argentino, cada vez que lo tiene enfrente, le pone al borde del ataque de nervios, en el punto del desquicio, del odio. Esta vez, han sido tres, pero pudieron ser cuatro goles de Messi, si no le hubiera dejado lanzar el penal al grotesco Neymar.
No me extraña que los tabloides ingleses corran el rumor de que “let´s talk”, “hablemos”, “hablemos” para que Pepe convenza a Messi de acabar su carrera en Manchester, lugar lúgubre de los hermanos Gallagher. Así los hijos del fenómeno pudieran aprender inglés. Que bonito. Guardiola quiere a Messi. Sólo así podría ganar como ganaba con el Barça. Es un genio este Pepe.
Ya no hace falta ni que funcionen «Los Tres sudamericanos». Todo es Messi. También el Camp Nou lleno de estrelladas, Bertomeu y las gafas de sol de Luis Enrique. El Manchester vuelve a representar la comedia bufa de Pellegrini con el Real Madrid. Beriguistain está entre las cuerdas. Tiene que convencer a Messi como sea. Mientras tanto, Guardiola se cargó al City con no poner a Agüero, fiarse estúpidamente de Fernandinho y poner ante el pelotón de fusilamiento la peregrina idea de que un meta puede ser un crack con el balón.
“Pep, molts regals”.
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