Iba a titular «Gran victoria ante el colista». Hay que rebajar el voltaje de las críticas. El actual equipo de Zidane inspira piedad, tierna devoción al que fuera santo. Misericordia, compasión. Hay que ser piadoso hasta con alguien que merece un castigo. Es liturgia cristiana, religiosa. El perdón de los pecados.
Podría destrozar al Madrid de Zidane con una critica justa, representativa del partido que ha jugado ante el colista. Un partido súper aburrido, lento, parsimonioso, con muchos defectos estratégicos, pánico al fracaso y una ausencia de verticalidad alarmante. En fin, el Madrid que pide a gritos perdón por todos sus pecados. Pero piedad.
Rafa Benítez se suicidó como entrenador del Madrid cuando en vísperas del partido con el Barcelona recibió la llamada perniciosa y dictatorial del ‘valido’, a petición del ‘ser superior’, donde se le exigía que ante los grandes se jugara con todas las estrellas que costaron tantos millones. Benítez es muy posible que se mostrara rebelde ante la patraña, pero sucumbió contra su criterio, porque ese ‘valido’ le había traído al Madrid. Su decisión fue mortal de necesidad.
En aquellos tiempos sus dos jugadores emblemáticos eran Casemiro y Lucas Vázquez. Ante el Barça los traicionó. No contó con ellos. Ahora, en Valencia, con el agua al cuello, Zidane los ha repescado, cuando en su sentido futbolístico no eran más que suplentes. Y, precisamente, ante el Levante, ante el colista, ambos suplentes fueron los mejores del Madrid.
Con Casemiro hubo un poco más de seriedad defensiva y equilibro en el centro del campo. Aun con calambres por falta de actividad, Casemiro es imprescindible en este Madrid. Y desde luego, Lucas Vázquez es titular , mientras no esté Bale, por el lado derecho. Definitivamente, Vázquez ha sentenciado a Jesé, como lo que es, una estrella del ‘hip-hop’.
El partido del Madrid ante el colista debe dos velas y dos misas a Casemiro y Lucas Vázquez, aunque acabaran por los suelos. No hay más ciego que el que no quiere ver. Mientras James es un alma en pena, casi como Ronaldo, que ya ha perdido hasta el olfato de gol y sólo marca de penalti. Y una pena que el sacrificado Mayoral no sea ni la estampa de aquel impresionante Morata, con su misma edad. El resto es la angustia del resultado hasta el final, las paradas del milagroso Keylor y algo de Kroos. Nada más.
Cada día el Madrid se parece más a como se representa la piedad, con una mano con pequeña cazuela que echa humo y con la otra llevando el desnudo y vacío cuerno de la abundancia. Piedad, piedad por el Madrid.
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