José Ingenieros decía que no hay técnicos iguales. Existe el técnico inferior, el técnico mediocre y el técnico superior. Luis Enrique es mediocre, pero no sé todavía si es inferior.
Luis Enrique, en el París. | Afp
El pobre técnico presumía de que a su equipo no le hacían goles. Pues, bien, en el Parque de los Príncipes le han cantado La Marsellesa tres veces, aunque pudieron ser cinco, seis, siete… Vaya usted a saber. ¿Verdad, Zubizarreta?
Pero es que el fracaso, el ridículo azulgrana en muchos pasajes del partido, sobrevuela encima de que el PSG jugaba sin dos de sus mejores jugadores. Es decir, Thiago Silva y Ibrahimovic. Si el sueco hubiera estado en el campo, al pobre Ter Stegen le meten balas por los cuatro costados. Es de risa, como un sainete de los hermanos Quintero, que a un portero como Zubizarreta se le ocurra fichar a semejante meta y que encima Lucho, por hacerle la pelota, le de palio. Claro que la defensa del Barcelona es un cuarteto de lunáticos, sobre todo con el gran fichaje de Lucho, el francés Mathieu, que no se sabe si es lateral, central estorbo o esperpento azulgrana, porque ni con su altura puede darle jamás de cabeza. Luego está Jordi Alba, que es una mediocridad, amén de una mala persona. Y Alves está en otra cosa. El mayor esperpento fue cómo el bajito Verratti les metió el segundo gol. Parecía una película de Charlot. Que siga castigando a Piqué, mientras le meten goles de cabeza y no remata ni un sólo.
Pero, ¿quién es el nuevo Charles Chaplin en el terreno de juego? Sin duda, Neymar. Vamos, de verdad, apuesto ya que Robinho es categoría "hors d´oeuvre" comparado con el fichaje más caro de la historia del Barcelona. Y para arreglarlo la inteligencia de Lucho es Munir y Sandro. Dos petardos o casi, de la cantera. Tello y Deulofeu no los quiere. Increíble.
Un Paris Saint Germain que se bastó con cubrir la zonas, guiados por Motta, que parece un fenómeno, cuando en el Barcelona lo echaron por mediocre. A Cavani ya se le ha olvidado jugar de ariete y Lucas Moura desapareció en el segundo tiempo. Es un brasileño muy intermitente.
Que el Barcelona dominó, pues claro. Con esos jugadores usted, yo y mi mono, como decía John Lennon, manejaríamos a ese equipo de estrellas que valen más de 500 millones de dólares. El problema es Luis Enrique, como el cantante nicaragüense del mismo nombre de Palacagüina que le canta con su ritmo de salsa: "Que será de ti, si tu camino es incierto, sin tener a quien contarle de lo nuestro". Bueno, no es tan trágico, el Barcelona tendrá asegurada siempre la Champions, cuando empiece la Liga catalana, más tarde o más temprano.
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