¿QUIÉN CASTIGARÁ AL NARCISO?

La crisis, el esperpento, la ausencia de autoridad moral y deportiva permite que el gran narciso de los narcisos, esa especie de estatua de mármol en que se está convirtiendo Cristiano Ronaldo ataque desaforada, cruel e insoportablemente a sus compañeros y ni siquiera aparezca un solo comunicado de condena de la Casa Blanca. El asunto tiene un aspecto terrible, tremendo. La disciplina en el Real Madrid se ha perdido como si un colegial se escapara del colegio para que no le castiguen.

En tiempos de Santiago Bernabéu, las declaraciones de Cristiano, con menosprecio inaudito hacia sus compañeros, quizá hubieran sido sus últimas palabras como jugador del Madrid. O tal vez ni se hubiera atrevido a soltar la lengua. A Alfredo Di Stéfano, en plena decadencia, le costó un castigo un asunto algo semejante y, más tarde, su salida del club blanco fue inevitable. Tuvo que marcharse y llegar como un apestado al Español de Barcelona.

Es inaudito que ni un comunicado, ni unas palabras de Zidane, ni por supuesto una respuesta del presidente, que está aterrorizado a la espera de que le muevan el trono o de recibir un golpe de estado, dada la reacción fatal de los socios. Su silencio me recuerda el miedo de perder el poder.

¿Quién va a creer en su liderazgo ahora tras esas palabras, que luego trató de matizar desesperadamente? El actual naufragio de Ronaldo en el Real Madrid es tan insoportable para el club que ningún analista ve solución a su futuro en el equipo.Está claro que Ronaldo está desarrollando una personalidad narcisista patológica, freudiana. Las personas, sus compañeros, se convierten a ojos de Ronaldo en una seria amenaza para su imagen artificial, que él egocéntricamente sustenta. Con fiebre de su autoestima, basada en una auto-evaluación exagerada, enferma, irreal y absolutamente inflada.

Cuanto menos, sus palabras necesitan una respuesta, un castigo, un apartamiento formal de esos compañeros que no están a su nivel, para que reflexione sobre la verdad de su vacío interno, su carencia real de una  autoestima insoportable. Sería más que justo un mes de castigo, al menos. Desgraciadamente, para el Madrid ni siquiera su ausencia  le supondría un castigo grave. Y, desde luego, el Real Madrid debería iniciar los primeros pasos para tratar de resolver su contrato, llegar al final de Ronaldo en la Casa Blanca. El jugador se ha colocado en una posición insostenible.

Pero, ¿quién le va a castigar? ¿El ‘abrazador’ oficial Zidane? ¿El compañero golpista Ramos? ¿El valido que no asoma nunca la cabeza? ¿El presidente temeroso que no quiere perder el trono? Por si fuera corta la crisis deportiva, la soberbia del narciso Ronaldo ha puesto al Real Madrid, al club más rico de la tierra, en el borde de un abismo institucional.

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