BARCELONA | 1 | 3 | REAL MADRID |
Solemne corte de mangas nos ha dado Zidane a todos los que no creemos que el técnico pueda resucitar a un equipo viejo, descontrolado por los traspasos, cesiones y regalos. Un renacer en Barcelona sólo significa un intermedio.
Una vez más la clave ha sido Sergio Ramos, El Gran Capitán, como el héroe Gonzalo Fernández de Córdoba. Sin el gran capitán, el Madrid hubiera besado una vez más la lona, porque el equipo estaba encerrado por el apopléjico Barcelona de este día.
Marco Asensio y Vinicius no enseñaban ni los dientes de castigo ofensivo y Benzema había corrido demasiado. Pere, de repente, apareció la jugada favorita de El Gran Capitán. Un balón parado, un frustrado remate y… Var. La escena se ha repetido mucho en los últimos ocho meses, los mismo que llevamos vividos desde la “gran puñeta china” . Var, penalti y gol decisivo, por este orden.
Pero, ¿ hasta cuando podrá vivir el Madrid del gran capitán ? Sin él, este Madrid acomplejado de Zidane apenas resiste un buen embiste de juego, sea pequeño o grande el equipo. El Gran Capitán es como el nuevo Di Stéfano madridista, que ganaba batallas incluso cojo.
Hablemos del Barcelona. Messi es la otra clave. Vivimos la decadencia del gran Aladino barcelonés. Ahora frota la lámpara y esta no le responde. No le sale nada. Ni siquiera a aquellos medio penaltis de faltas. Siempre llega tarde o le falta la chispa de la vida, como en el anuncio, esa chispa que sí la tiene Ansu Fati, que hizo un partido espectacular, pero que todavía no puede ser el líder de su equipo, porque sólo tiene 17 años.
Está claro que habrá un antes y después de la “crisis Bartomeu” . Y no dudo de la gran profesionalidad de Messi, que siempre lo intentó, pero le falta el elixir de la juventud. Esa frescura tan eléctrica que electrocutaba a los enemigos.
Si olvidamos los dos jugadores determinantes del partido, el Madrid juntó mucho sus líneas, estuvo siempre más ordenado e infinitamente más luchador y menos indolente, aunque juegue sin delanteros, salvo el caso de Benzema, que es como un ciego de cara al gol.
El ministerio de propaganda de la Casa Blanca alardeará y se aprovechará de la ocasión para publicitar que el Real Madrid, el renacido del Camp Nou, tiene a “su entrenador” también renacido.
Me queda claro que que una vez más ha sido Sergio Ramos y los jugadores los que han demostrado que no quieren que se marche Zidane. Con él, no hay entrenamientos exigentes, porque tiene cordura y si eres de su tronco, como buena rama, te protegerá, no te alumbrará, pero no te señalará. Aunque como no le gustes, te deja caer como fruta podrida, como a tantas víctimas de sus caprichos.
Dichas las verdades de la personalidad marsellesa, lo cierto que esta victoria es un beso al cielo, pero el Madrid no lo ha conquistado. Cuando no aparezcan las luces, los flashes, los millones de tele adictos de un lance como este, este Madrid de Zidane volverá a las andadas. Sin ir más lejos, incluso el martes, con el Borussia. Al tiempo.
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