EIBAR | 1 | 3 | REAL MADRID |
Los quince primeros minutos del Real Madrid fueron los más bellos y espectaculares que he visto en años. Parecía un equipo magistral de precisión, técnica, soberbia y brillantes. Acabó esa impresionante exhibición como si la belleza fuera marchita.
Se acomodó, se cansó y con cuatro jugadores de la edad de Cristo, los treinta y tres, se hundió y se convirtió en el equipo vulgar, superado, asustado por un Eibar, que si que presiona mucho, pero es un equipo excesivamente acelerado, al que le hace falta un poco de cerebro para mandar, poseer y ajusticiar. No se puede correr todo el tiempo como pollo sin cabeza.
Aún así una jugada clave sentenció al Eibar. Si el codazo de Sergio Ramos hubiera sido del nervioso Arrieta, que debió ser expulsado, ¿el Var no hubiera decretado penalti?. Estoy seguro que al Eibar lo hubieran ejecutado. Pero no había publico y Ramos tiene una extraña y sospechosa amistad con el Var. Se quieren , se adoran.
Son los milagros de Zidane, como si se tratara de un retablo de las maravillas cervantino. Ya no es flor o no flor en el culo, es simplemente un heredero directo de la divina providencia. Siempre aparece una ayuda, un error del enemigo como el decisivo gol que falló Bigas, porque Ramos quería darle las gracias a su amigo el Var.
Como sabe perfectamente Zidane, le exige al Madrid que machaque a sus enemigos principio del lance, porque a partir de los fatídicos sesenta minutos, desaparece la médula inteligente del equipo con las dimisiones físicas de Benzema, Modric y Kroos por inhalación. Ya no pueden más. Así que hemos visto muchos partidos como este de los milagros de Zidane en Eibar, que acaban al borde de la campana y, porque, el arbitro, siempre es respetuoso con el poderoso o con el secretario de los milagros, Courtois.
Benzema, hasta que llega el segundo periodo, es un prodigio de fútbolista, un exibicionista nato, increíble y soberbio. Una “voz “ del Madrid me asegura que desde que no hay público que le recrimine sus errores de párvulo de cara al gol, ya no cae en la depresión de la baja estima , es otro, como una nueva estrella. Lo malo es que va hacia la jubilación.
Sin duda, tras ganar la primera Liga del Covid, el Madrid se aprovecha de que se libra de la tremenda presión y odio de las aficiones locales cuando el Madrid tenía que visitar Eibar, Bilbao, Barcelona, Valencia, etc . Es otro mundo, otra música del sonido de los silencios. Pero nadie nos va a quitar el disfrute de quince minutos portentosos, prodigiosos s que el el hacedor de milagros que es Zidane confirma con juego y sin explicación científica razonable.
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