EL REY LEO, ENJAULADO

JUVENTUS00BARCELONA

Un convulsivo pálpito sacudió las mentes azulgranas cuando se anunciaba que no jugaba Messi. Aún el disimulo, el primer pensamiento fue de angustia general. ¿Messi ha roto con el Barcelona?. ¿Ha renunciado a seguir en el equipo de su vida?.

Un análisis más relajado y con el apremio estratégico de Valverde, se respiraba más fácilmente, porque el técnico vasco, aparentemente, le daba ejemplar importancia al lance de Mestalla y la lucha por la cabeza de la Liga. Aun así, en mi opinión, privar al Barça de Messi es demasiado pernicioso. Casi un ejercicio excesivamente tramáutico o masoquista.

Leo, el rey león del fútbol, apareció y no cantó la canción de Elton John, pero la sugirió: «¿Can you feel the love tonight?». Nada, poco apego. Como un león amaestrado de circo, Messi no tuvo relevancia en los minutos que jugó. Es lo normal cuando se aparece en una película de sopetón , sin saber el guión o sin haber administrado las ordenes del director.

Un director como Valverde, que le ha echado una insolencia sorprendente. Uno se acordaba de aquella noche de Anota, cuando se le ocurrió a Luis Enrique dejar al león enjaulado en el banquillo. Aquel día Luis Enrique firmó su sentencia de dimisión. No parece que ocurra con Valverde, que desde su filosofía “kantiana”, no intoxica, disimula hacer daño al “Rey Leo”.


¿El partido de Turín?. Sorprendentemente, anodino, sin pasión, casi vulgar, con una Juve en estado crítico, como demuestra su segundo puesto en el “scudetto”. Con Higuaín demasiado obeso, Dybala, que es una especie de perdigón más que de bala, y en fin, un conjunto que tiene la misma alegría que la cara o el rictus depresivo de Allegri.

El Barça de Valverde funciona por la preocupación del técnico de no perder los papeles defensivos. Es de lo que creen que el fútbol empieza en la defensa y no en el ataque o en centro del campo, como Zidane.

Estructuralmente, el Barça de Valverde es más seguro, más centrado, pero previsible, sin fuste. Hasta Luis Suárez ha perdido la alegría del gol, con el sistema tan escorado hacia la seria fila de “guardaespaldas”, que protege Valverde. Es un camino, pero, ¿brillante?. No, no lo es. Efectivo, indudablemente.

Ya en la temporada anterior el Paris St. Germain me pareció el mejor equipo del continente, hasta que apareció aquel árbitro supino. Esta temporada, está en el cielo, con nave espacial. El equipo de Valverde no pasa de ser un “Tren Bala”, seguro, pero que no vuela en su imaginación por el fútbol.

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