Marrakesh Express, la divertida y conveniente canción de mi amigo Graham Nash, de Crosby, Stills & Nash, marca el sentimiento en el madridismo. Ronaldo es un patético, narciso, egoísta, frustrado y acabada estrella marchita que, además, sabe que va a ser tercero en el Balón de Oro. Hay que cantarle la canción y que se vaya ya, por favor.
En el Madrid sobra, empequeñece el equipo y es insoportable. Además, le ha pasado como un avión, precisamente, el ‘expreso de Gales’, al que casi ni felicita. Es encima envidioso y soberbio en el mal sentido. Si Zidane piensa que le va salvar, durará menos que un suspiro de Messi.
Por lo demás, nada nuevo en Chamartín. Hay goleadas predecibles y ésta era una de ellas, aunque ya ni contra los pequeños Ronaldo es un goleador. Me da hasta vergüenza verle cómo se lamenta, como si fuera un castigado por la diosa fortuna. Hasta Benzema, el amigo de Zidane, autor de una actuación mediocre, se aprovechó para hacer dos tantos.
Lamentable partido del Deportivo. Quizá a Víctor se le disparó el corazón al volver al Bernabéu. Hasta Lucas se contagió de Ronaldo. Se le apagaron las linternas de su lucidez.
El problema de Zidane será el mismo. Ronaldo, Ramos, que se ha convertido en el río Guadiana desde que cobra 10 millones. Y esos ‘jugones’ lamentables como Isco -horrible todo el partido- y el castigado James.
Se me olvidaba felicitar a Casillas. Es el tercer entrenador que se carga en cuatro temporadas. Es un genio.
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