UN PRINCIPADO PARA EL ATLETI

 

Una luz, tenue, pero un rayo luminoso de esperanza se ha abierto para un inicio horrible del Atlético. Quizá esa falta de ambición “cholista” se repitió en el principado de Mónaco, como un sable, una especie de veneno que se administra este equipo rojiblanco cuando se ve ganador, como si su aspiración sólo fuera ganar por la mínima. Parece casi siempre que no es necesario una emergente prueba de superioridad. Simeone siempre responde a la fórmula de que hay que sufrir siempre para ganar, como si se creyera al pie de la letra a Sabina.

No es racional, a menos que el Atleti no pudiera ni con las botas en los últimos veinte minutos, que se dejara ir del partido, como si un empate del Mónaco fuera imposible. Da rabia, porque el equipo de Simeone hizo un partido decente, notable, no brillante, pero sí superior hasta el minuto setenta. Con las buenas noticias que daba un brillante Griezzman, que parecía recupera su liderazgo estelar, confirmado con ese soberbio pase de gol Diego Costa, que no desperdició, aunque sólo fue eso, perdido como náufrago el caimán de Lagarto.

He escuchado a mandarines de color atlético de que Simeone ha cumplido un ciclo. Brillante, inmenso, pero que recula en su propia decadencia. Me parece que es injusto, vacuo, superficial e irresponsable ese juicio de valores artificiales. Simeone es como sir Alex Ferguson, como Miguel Muñoz, como Helenio Herrera en el Inter. Es único, increíblemente positivo para el Atlético. Quemarle o llevarle a la hoguera por este desastroso inicio me parece un suicidio propio de la naturaleza rojiblanca, que no soporta las adversidades.

Es cierto que Simeone desconfía de los fichajes de los Gil. Que le cuesta variar sus constantes tácticas, que sufre como un reaccionario cualquier cambio brusco del sentido táctico de su equipo. Se abrazó a Gaby, hasta que era imposible. Se agarra a Godin, incluso a su Koke, que no pasa por los mejores momentos y aguanta  aún a Correa, que es la diana crítica de los seguidores rojiblancos.

Pero Simeone es una roca. Soporta tormentas, tifones y terremotos, pero sigue como el inequívoco faro que guía a un Atletico, que padece precisamente de una regeneración. Hay que aguantarle a Simeone. Ganar en Mónaco con esa racanería puede resultar dudoso, pero el Atlético ganó. Eso es lo que vale. Aún creo que Simeone resucitará como Ave Fenix en esta Champion. Quizá tenga de momento una pequeña linterna , pero hay una luz que sale del de siempre, del gran Simeone.

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