UN REAL BAJO CERO

Para los pesebreros del nacionalismo más cutre y pervertido Bale tiene  toda la culpa de todo. Ese nacionalismo de pueblo, de campanario y cabra, como dice Ruiz Quintano. Fanáticos de cerrar las fronteras, manejados por los 'illuminati' deportivos. Pero para responder a la verdad, no fue culpa de Bale que el Madrid pasara miedo, pánico y no mereciera la victoria. Pese a quien pese, Bale es el mejor jugador del Real Madrid. Así de claro. Y el que no lo vea así, pues tiene un problema grave.

Bale no tiene la culpa de que le vean como Florentino Bale, al que le crearon una hernia, luego, problemas con la espalda, más tarde acusaciones de que no sabía jugar al fútbol, incluso de que se llevaba mal con Ronaldo y, finalmente, el invento de un traspaso al Manchester. Y para postre, pitos concertados. Este país está loco. 

Pero la verdad, nada más que la realidad, es que el Sevilla de Emery le dio un repaso al Madrid. Desde cualquier punto de vista. Ya sea  táctico, posicional, incluso con un futbol perpendicular y agresivo. Por cielo, mar y aire. El Madrid sólo salió a cazar moscas, cuando bajo cero no había ninguna. Es una larga crisis en la que el túnel cada día se hace más oscuro, a medida que transcurre la competición. 

Isco intenta el remate ante MBia, Deulofeu y Diogo. (Foto: Javier Barbancho)

Me aburro de repetir lo mismo. La crisis blanca está sometida por la ausencia de un sistema ordenado, de una maquinaria engrasada, de unos distintivos tácticos que hacen grande a un equipo. Ya no quiero ni nombrarle. Ni como "marqués del grillo". Cualquier técnico con ambición somete al Madrid a una tortura táctica, a una situación mediocre. Y si un equipo es físico, orquestado, trabajado y excelente como el Sevilla, pues el problema se agrava. 

Nadie sabe todavía cómo el Madrid ganaba por dos tantos en el primer periodo. Dos regalos. Hasta Isco se equivocó en el gol de Jesé y el Sevilla se fue a la nada, con un disparo en el poste, una cantada de Casillas, un penalti de Arbeloa a Bacca y la facilidad asombrosa de Iborra para perder goles cantados. El milagro italiano se llamaba la primera fase.

En el segundo tiempo aún empeoró la situación. El Madrid no tiene movimientos reflejos para presionar. Incluso ha perdido aquel contragolpe mágico de antaño, en parte agravado por esa estúpida pasión por la 'pausa' en el fútbol. Palabra maldita en fútbol. Una 'pausa' es la muerte de la verticalidad del fútbol, de su sorpresa. Es de catón inglés. Pero aquí más vale el ídolo del Podemos del fútbol, Isco, que cualquier otra consideración.

El resultado fue lo mejor que le pasó a un Real Madrid bajo cero, en uno de sus peores partidos en casa. Creo que el peor de esta temporada en Chamartín. Un equipo, como siempre, partido, que no sabe a lo que juega, dominado por cualquier bosquejo de juego táctico de cualquier rival. Y a merced de lesiones, porque ni siquiera hay suplentes para la dirección técnica. 

En fin, el sábado es la prueba definitiva. La batalla final. Si gana el Madrid en el Manzanares habrá dado el gran paso hacia el Sol. Si pierde, como es costumbre con Ancelotti, el técnico no dimitirá, pero el escarnio sería surrealista. En estos partidos quiero ver a los que casi nunca veo en partidos claves. Los Ronaldo, Benzema, Isco, a esos grandes jugadores que siempre desaparecen en las finales o en los grandes partidos. Por cierto, para el 'gurú' de la crítica que dice que Bale es un caso raro, efectivamente, tiene el pene verde, como un pimiento.

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