Vivimos tiempos de imbéciles ilustrados en vender mentiras o gato por liebre. La propaganda madridista, la que realmente perjudica muchísimo al club, ha desplegado en estos días unas alabanzas a Vinicius que me han llegado a dar risa, estupefacción o sorpresa por adonde ha llegado el periodismo deportivo.
He llegado a leer que Vinicius es ya mucho mejor que Mbapee, el próximo Balón de Oro o que va a ser el héroe en el Etihad con el City. Por no hablar de que se ha convertido en el líder de un nuevo Real Madrid. Todo es esperpéntico ante una realidad sospechosa. Mentiras ante las realidades.
Y todo por el gol de casualidad ante el Barcelona, como si hubiera sido el tanto de una final o de un campeonato. Ese gol puede significar nada.
Incluso hasta ese momento el partido de Vinicius era patético, no hacía más que perder el balón o dejarselo atrás, amén de que Semedo se convirtiera en el jugador más peligroso por el lado izquierdo madridista. Incluso Griezmann perdió un gol por el error de Vinicius.
Los patéticos madridistas incluso prefieren olvidar el hecho de que fue Piqué el que metió el balón en la meta de Ter Stegen. Desde luego, no ese jugador cómico , ridículo que es Vinicious , que cada día más me recuerda a Forret Gump, cuando se sale corriendo del estadio y nadie le para. A Vinicius le detienen las gradas, pero estoy seguro de que seguiría corriendo más allá de las lineas del terreno de juego. Como un pollo sin cabeza.
Vinicius no llega a ser siquiera un regateador del «jogo bonito» brasileiro. Hay que le compara con Ronaldinho, con Garrincha, con enormes barbaridades, cuando no es más un pobre elemento que se cree que el fútbol no es más que correr y ganarle al enemigo, sin poesía, sin sentido del gol, sin cabeza de la belleza del fútbol.
Pero este brasileño , que no es siquiera el espectro de aquellos jugadores maravillosos de las pasadas décadas en Brasil es el pobre héroe que ha elegido la miserable propaganda madridista en tiempos que se corre el probable fracaso de la temporada.
Hasta hace poco era Benzema, luego Zidane, antes Hazard, pero como se han quedado todos en blanco , recurren a este pobre aprendiz de 19 que no puede salvar a un Real Madrid caótico que no tiene una alineación más o menos refutada, que depende de ese egocéntrico peligroso llamado ZZ Top.
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